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Introducción al Fallo renal
Published: November 04, 2010

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Los riñones están formados por miles de unidades de filtración llamadas nefronas. Una vez que una nefrona ha sido destruida por cualquier enfermedad no puede regenerarse; esto significa que todos tenemos un número limitado de nefronas que nos tienen que durar toda la vida. Afortunadamente, tenemos multitud de nefronas, lo que quiere decir que la función renal no se afecta de forma significativa hasta que no hemos perdido aproximadamente el 80% de nuestras nefronas.
 


 
Las nefronas pueden destruirse de forma rápida o lenta. Normalmente, en el momento en el que se han perdido más del 80% de las nefronas, sea cual fuera la causa, ésta ya no está presente y no es posible saber exactamente lo que ocurrió. Lo único que nos queda por hacer en esos casos es intentar reducir la carga de trabajo a los riñones e intentar compensar por la falta de funcionalidad renal con medicaciones o suplementos. Con este tratamiento, también se intenta ralentizar la progresión de la enfermedad. El tratamiento es siempre individualizado dependiendo de qué aspectos de la función renal estén más alterados en cada paciente.

Si los riñones del paciente son capaces de producir orina, ¿cómo es posible que haya fallo renal?

En casos con fallo renal crónico, los riñones suelen producir un exceso de orina. En estos casos, los riñones han perdido la capacidad de conservar agua en el organismo (no son capaces de producir orina concentrada). El organismo genera numerosas toxinas a cada momento. Estas toxinas son llevadas hasta los riñones, donde son filtradas disueltas en agua y eliminadas en la orina. Un riñón sano es capaz de producir orina muy concentrada, de manera que grandes cantidades de toxina pueden ser eliminadas en una cantidad relativamente pequeña de agua.

Cuando los riñones fallan a lo largo de un periodo largo de tiempo, pierden su capacidad para concentrar la orina y necesitan más agua para poder eliminar las toxinas del organismo. El animal empezará a beber mas para proporcionar a los riñones el agua que necesitan. Al final, el animal no será capaz de beber toda el agua que los riñones necesitan y las toxinas empezarán a acumularse. Pérdida de peso, depresión, nausea, estreñimiento y pérdida de apetito empiezan a notarse. Es frecuente, especialmente en el caso de los gatos, que los animales tengan historia de beber agua en exceso antes de ser llevados al veterinario a causa de los signos que hemos mencionado.



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